Debajo del agua todo pasa mucho más despacio; los buceadores experimentados siempre tratan de hacer movimientos lentos y pausados, tratando de fluir debajo del agua.
Todo esto responde a un criterio de eficiencia energética.
Y es que cuanto más pausados nos movamos debajo del agua y más calmados estemos, menos requerimientos de energía precisamos, y por lo tanto, menor consumo de aire de nuestras botellas.
Todo esto se traduce en más tiempo debajo del agua, más disfrute y diversión, y más recuerdos grabados en nuestras retinas. Y por supuesto, MAS SEGURIDAD BUCEANDO.
Pero moverse despacio, además, tiene mucha más importancia cuando cambiamos de cota de profundidad, y en especial en el momento del ascenso, ya que, además, se incorporan a la ecuación unos criterios básicos de seguridad a considerar.
Dichos criterios son consecuencia del comportamiento del aire que respiramos bajo la presión del peso del agua por encima de nuestras cabezas, y sus implicaciones para nuestro organismo.
¿Cómo se comporta el aire debajo del agua?
Bajo el agua, todos los gases se comprimen. A mayor profundidad, más compresión.
Ejemplo de esta compresión es la presión que sentimos en las cavidades nasales al sumergirnos, o la succión que se origina en el espacio entre la máscara y nuestra cara.
Este incremento de presión, se compensa fácilmente con maniobras básicas que se aprenden en nuestra primera inmersión.
Pues bien, el aire que respiramos de las botellas se comprime igualmente, por lo que necesitamos mucha más cantidad para hinchar nuestros pulmones.
¿Qué le pasa a nuestro cuerpo al respirar aire comprimido?
El aire que respiramos de nuestras botellas en la mayoría de los casos, salvo que utilicemos alguna mezcla enriquecida, es aire totalmente normal, exactamente idéntico al aire que respiramos en superficie.
Esto quiere decir que está compuesto de un 21% de oxígeno, y un 78% de nitrógeno, más un 1% de otros gases.
Como aprendimos en nuestra época escolar, en la función respiratoria nuestro cuerpo procesa el oxígeno, necesario para la vida, y expulsa el nitrógeno, al ser un gas incluso potencialmente venenoso para nosotros.
Pero al respirar aire comprimido, estamos metiéndonos una “sobredosis” de nitrógeno.
Al necesitar más aire para llenar los pulmones, parte de ese nitrógeno acaba pasando a nuestro organismo, en forma de microbubujas de aire que se alojan en nuestros tejidos.
A mayor profundidad, y a más tiempo de estancia en el fondo, más burbujas de este tipo se formarán en nuestro organismo.
Pero tranquilo, esas burbujas se eliminarán de manera natural, siempre y cuando sigas los criterios básicos de ascenso controlado, y respetes los tiempos de fondo durante la inmersión, así como los tiempos de superficie, si quieres hacer varias inmersiones.
¿Qué consecuencias puede tener ascender demasiado rápido?
Como imaginas, en el momento del ascenso, el proceso es exactamente el inverso.
Es decir, todos los gases se expanden, al tener menor presión y peso de agua encima de nuestras cabezas.
Si sufrimos de un “globazo”, o lo que es lo mismo, un ascenso incontrolado, provocamos que esas burbujas de aire alojadas en nuestro organismo se expandan antes de ser eliminadas, pudiendo dando lugar a la temida Enfermedad de Descompresión.
Dicha enfermedad tiene consecuencias que varían en función de la parte de nuestro cuerpo donde se encuentren, pudiendo ir desde dolores de cabeza, malestar general, dolores articulares, o incluso infartos en los casos más graves.
El segundo punto y quizás más común que la temida ED, es la sobre-expansión pulmonar.
Básicamente si subimos más rápido de lo que vaciamos nuestros pulmones podremos tener una rotura en la pared pulmonar haciendo que salga aire de los pulmones hacia nuestro organismo.
Si has realizado el curso Rescue, esto lo abrás visto, hay 4 tipos de roturas pulmonares, pero en este artículo solo te voy a hablar de una de ellas; La embolia pulmonar.
Las embolias de aire pueden viajar a cualquier órgano en el cuerpo y son peligrosAs cuando bloquean algún vaso sanguíneos que abastecen a un órgano, especialmente a los pulmones, al corazón y al cerebro. El problema es que de los 4 tipos es el más común y encima al lugar donde suele escaparse el aire suele ser al cerebro por lo que nos quedamos en el sitio.
Consejos para conseguir un ascenso controlado
Como norma básica de seguridad, te recomiendo que planifiques tu inmersión siguiendo los criterios de profundidad y tiempo establecidos en todas las tablas de seguridad de buceo que están publicadas.
Así nos garantizamos que estamos dentro de los límites de seguridad para no sufrir la dichosa enfermedad descompresiva, aunque tengamos un ascenso demasiado rápido a superficie.
No obstante, siempre debemos tratar de realizar un ascenso controlado, y si sigues estos consejos básicos, lo harás con total seguridad:
1. Nunca apures el aire de tu botella para ascender: decide con suficiente antelación el momento del ascenso, y hazlo con aire suficiente como para no tener que apresurarte.
Y, por supuesto, siempre antes de llegar a reserva. Evitarás tensiones y prisas innecesarias.
2. Intenta subir con la fuerza de tus aletas, y no hinchando de aire tu chaleco: el chaleco, es una ayuda para mantener la flotabilidad, pero no debe ser usado para ascender.
El aire tiende a subir, y como imaginas, si lo hinchas, a medida que se vaya expandiendo el aire, irás cogiendo más velocidad.
Te recomendamos que vacíes tu chaleco o lo mantengas con el mínimo de aire; ya tendrás tiempo de hincharlo en la superficie.
3. Nunca asciendas más rápido que las burbujas que vas soltando: este simple truco, te hará ascender a una velocidad adecuada para ir liberando el nitrógeno de tu organismo.
4. No mantengas nunca aire en los pulmones al ascender; ni siquiera, pequeñas apneas.
El efecto es como el de un globo al que vamos añadiendo aire paulatinamente; ya sabemos cómo acabará.
5. Haz siempre una parada de descompresión de seguridad.
Aunque te hayas mantenido dentro de los parámetros de seguridad del buceo recreativo marcados en las tablas que mencionábamos con anterioridad, siempre se recomienda hacer una parada mínima de tres minutos a cinco metros de profundidad.
De este modo, garantizamos una mayor eliminación de las microburbujas de aire de nuestro organismo.
¿Qué hacer si has sufrido de un globazo o ascenso incontrolado?
Dependiendo del tiempo que hayas pasado en el fondo y la profundidad a la que hayas bajado, las maneras de actuar son diversas.
Si has hecho un buceo recreativo a poca profundidad, hay poco más que hacer que hidratarse, comer, descansar, y esperar a que se pasen los efectos del posible mareo y malestar.
Pero si te has saltado paradas de seguridad importantes, y el tiempo de fondo sugiere que puedes correr un riesgo grave de sufrir Enfermedad de Descompresión, lo mejor es acudir cuanto antes a un médico hiperbárico. Este, en caso de que mediante sus tablas vea que hay un riesgo elevado, puede que te meta en una cámara hiperbárica, de manera que se puedan simular las paradas de descompresión en un entorno controlado de cara a eliminar las burbujas de nuestro organismo.
En mi caso particular he tenido 3 sustos en mi vida, nunca necesité de cámara hiperbárica pero siempre llame a DAN y me tuvieron controlado durante 48 horas.
En definitiva, subir lentamente y siguiendo unos pequeños criterios básicos de seguridad, te va a garantizar que el placer de la inmersión no se convierta en un “mal viaje”.
¿Tienes dudas? ¿Algo que añadir? Deja un comentario y podremos debatir entre todos 🙂
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